2018: El año terrible de la televisión panameña.

Quien no trabaje en la TV lo hallará extraño, pero entre empleados de un canal no nos burlamos de los del otro. No se preocupen, antes yo también lo hacía. Hace ya cinco años que dejé la costumbre.

Hay competencia, claro, pero en un país tan chico sabes que algún día puedes quedar trabajando allá. Y siempre tienes amigos de aquel lado, sea por estudios, trabajos en conjunto o parejas en la competencia.

Siempre se está pendiente de lo que hace el otro. Intercambias mensajes, opinas y das feedback. Te ríes con tus colegas de las bromas de aquel productor de promos, o de ese camarógrafo. Te reúnes con tus ex compañeros del canal para tomar algo, porque sabes que solo ellos entienden las frustraciones que pasas a diario en la oficina. Y supongo que hasta los directivos harán igual, aunque finjan no ponerse de acuerdo. No hay aldea más chica que la industria audiovisual de Panamá, tan chica que no hay espacio para una Calle Arriba o Calle Abajo.

Es inevitable que duelan eventos como los de esta semana. Entre ambas empresas han cesado a 93 personas, que se dice poco, pero hablamos de hasta 400 afectados si contamos a grosso modo a los familiares. Hubo reducciones en años anteriores, pero no recuerdo haber visto una tan fuerte como esta. Y no pinta bien el futuro: la economía no despega.

No voy a meterme en las razones o en la ética de los recortes. Tenemos opiniones que a la larga no son más que conjeturas, y hablar de la situación del país es llover sobre mojado. Me alegra seguir acá, y saber de camaradas que se mantienen. Pero no puedo dejar de pensar en quienes van a acabar el año sin ingresos para sus hogares. Quiero pedir por ellos este día. Y aun si representa un brote de inocente optimismo, espero que vengan mejores años para la televisión panameña.

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@isaaclarrier