"Le pedí que me mandara en un brief lo que quería, y su respuesta fue un simple:
"¡Sorpréndeme!"
Lo último que supe es que le mandó una queja a la directora de arte, quejándose de la clase de diseñadores que estaba contratando.
Creo que no la sorprendí."
Nos pasaríamos la vida entera contando las historias de terror entre las ejecutivas de cuentas y los diseñadores (hablo en femenino para simplificar). Desde la modelo de revista que te ronronea y se come las galletas de tu escritorio sin pedírtelas (para luego mandar BCC al gerente de todos los emails que le mandas), hasta la que no sabe lo que es WeTransfer y te regaña "porque aún no le has mandado el arte".
¿Es posible llevarse bien? No hay por qué mentir... no siempre se puede. Lo que sí es posible es sobrevivir, y esto depende más de tu actitud que de la de ellas. Ahí van unos consejitos:
1. Haz bien tu trabajo: No hay mejor defensa que un trabajo bien hecho. Trata de descifrar lo que quieren para el cliente, y entrégaselo a tiempo. Olvídate de aquello de "le está mandando quejas de mí a media agencia". Si en tu oficina aprecian el buen trabajo, te sabrán defender. Si por quejas de una ejecutiva pierdes tu empleo, créeme, probablemente ese no es un buen sitio de trabajo.
2. Diplomacia: Si esta chica te está haciendo de cuadritos tu experiencia laboral, respóndele con una hermosa (aunque falsa) sonrisa. Y recuerda las palabras de un famoso pensador americano, Matthew Wilder:
"Ain't nothin' gonna to break my stride
Nobody's gonna slow me down, oh-no
I got to keep on movin'"
Nunca (pero nunca) tomes parte en una pelea entre ejecutivas. Mejor ten a mano palomitas de maíz y bebidas al gusto, que puede ponerse interesante.
3. Recuerda a las buenas: Como buenos seres humanos, solemos ver los defectos en todo el mundo (menos en nosotros mismos). Y lo cierto es que hay ejecutivas que saben hacer muy bien su trabajo. Saben comunicarse, tienen inteligencia emocional y saben elogiar los trabajos bien hechos. Si tienes el privilegio de trabajar con una de estas, asegúrate de darle las gracias. Si no te tocó jugar "amigo secreto" con ella, al menos bríndale una de tus galletas. Ella queda contenta, y tú mejoras tu salud.
Las claves: diplomacia, buena actitud y ser agradecidos
(2013, Derechos Reservados)