¿El cliente siempre tiene la qué?

"Yo ya actúo en automático. ¿Quiere 4 tipografías? Se las pongo. ¿Quiere usar rosado en el folleto de su funeraria? Ahí va. Si sale mal, no lo pongo en mi catalogo y listo".

Clientes... (**suspiro**). Si tu relación con los clientes suena a novela mexicana en mitad de temporada, tranquilo: no eres el único. Tratar con seres humanos, en cualquier profesión, suele ser difícil. Tanto más en un rubro que algunos afuera no terminan de entender.

Pero el que haya clientes tipo Catalina Creel no te condena al fastidio. Y a menos que quieras convertirte en el Alan Smithee del diseño, seguro querrás un catálogo robusto para mostrar. He aquí algunos consejos para tratar con Sus Majestades, los clientes, sobre todo los difíciles.

1. Tú sigue siendo un ser humano

Cuando dije "Sus Majestades", era en serio: Los clientes pagan nuestro salario. Y si aún no vendes multinivel o no te llamas Mark Zuckerberg, tendrás que tratar con clientes para ganarte la vida.

No está de más decir que el maltrato, el sarcasmo o tratarles como si tuvieran que saber del negocio está fuera de lugar. Ya lo dice el dicho: "No le hagas a otro..."

2. Edúcalos

Mencionamos que muchos aún no entienden con qué se come el diseño gráfico. Así que hallaremos a quienes envíen fotos por WhatsApp o insistan en colocar ese engendro del demonio llamado Comic Sans en un menú gourmet. Es momento de educar.

El cliente siempre tiene la razón, pero el profesional eres tú. Indícale con tacto que esta o aquella de sus peticiones no va con lo que quiere comunicar. No es necesario discutir, algunos usan lo que podemos llamar el método positivo:

"Muy bien, Sr. González, tendré en cuenta su deseo de poner rosado en el folleto de la funeraria, pero ¿qué le parece si ponemos un color como este otro? Fíjese que luce muy sobrio y a la vez es cálido."

Así, no atacaste al cliente y le diste una opción.

Importante: ojo con la actitud de divo. Tampoco excluyas al cliente del proceso. Siempre que se pueda, ten en cuenta sus sugerencias.

3. Reglas claras

Muchas de las amarguras de nuestro día vienen por no aclarar a tiempo las cosas con el cliente. Reúnanse y pongan por escrito las condiciones del trabajo, cuántas veces se verán, cuántos cambios estrarán permitidos, cuándo y cómo va a pagar, etc. Entre más detallado, mejor. No tiene que ser en un documento notariado, puede ser en un email, y que te conteste si lo aprueba o no.

Si tu cliente no acepta las reglas, que se busque otro diseñador. Un cliente que en etapas tempranas no quiere tocar esos temas, te dará problemas al final.

4. Adelántate a sus objeciones

Esto funciona con los clientes difíciles: Mientras les muestras tu boceto, explica lo que hiciste y por qué. De esa manera, te adelantas a posibles objeciones. Habla con propiedad, de nuevo: el que sabe eres tú.

Otra cosa: antes de sentarte en la computadora, define cuál es el concepto y discútelo con el cliente. Así evitarás perder tiempo en un boceto que acabará en un no me gusta.

5. Crea química, luego vende.

Algunos de nosotros no tenemos ese je ne sais quoi que nos hace tener millones de amigos. Pero aunque tengamos la popularidad de Kim Jong-Un, créeme, funciona conocer mejor al cliente.

Sácales conversación: fútbol, perros, restaurantes... establece una relación con ellos. Eso les hace más receptivos a tus sugerencias y reduce las negativas que te puedan dar.

No todo es técnicas de diseño, ¡la calidad humana crea clientes felices!

(P. D.: Si eres un asalariado, tu jefe es tu cliente.)

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@isaaclarrier